Las críticas masivas al estadio de Mar del Plata durante el Mundial '78 y las explicaciones de Héctor Carotenuto.
Por Sebastián Arana
Mar del Plata, como lo demostró en otros grandes acontecimientos deportivos posteriores, organizativamente estuvo a la altura de los acontecimientos en aquel Mundial de 1978.
El único lunar fue el estado del campo de juego, ácidamente criticado por casi todos, sobre todo por los brasileños. Los panes de césped se levantaban partido a partido y los piques de la pelota traicionaron al más pintado.
Después del 0-0 entre Brasil y España tanto Claudio Coutinho como Ladislao Kubala, aquella leyenda del fútbol húngaro y del Barcelona que conducía a la selección ibérica, esgrimieron las condiciones del terreno como justificativos para las malas actuaciones de sus equipos.
“No pudimos realizar nuestro juego por las deficiencias del campo de juego. En la gira europea jugamos mejor porque encontramos mejores canchas”, sostuvo Coutinho.
“España mereció ganar. El césped nos perjudicó. El estadio es maravilloso, pero el césped sufrió por las continuas lluvias”, expresó Kubala.
En mayor o menor medida casi todos los protagonistas se quejaron del pasto del estadio “Ciudad de Mar del Plata”. Uno de los pocos clementes fue Zico: “Después de un mes de lluvias cualquier césped se levanta en mayor o menor proporción. Así que no hay que ser tan exigente”.
Zico llevaba razón en lo que decía. Hoy, a cuarenta años del Mundial, Héctor Carotenuto, recientemente jubilado tras casi cuatro décadas de servicios en el hoy “José María Minella”, recuerda a la perfección lo vivido en aquellos días, sus primeros como empleado en el Mundialista.
“Al momento de empezar el Mundial llevábamos alrededor de veinte días en Mar del Plata sin ver el sol. Y una semana seguida de lluvias y lloviznas. Típico invierno marplatense. Eso complicó todo”, afirmó consultado por LA CAPITAL.
“Aclaro que yo ingresé a trabajar en instalaciones eléctricas, no soy un especialista en cuestiones relacionadas con el césped. Pero escuchaba lo que decían los entendidos. Había varias versiones. Pero la más fuerte era que la base del estadio había quedado muy compactada y no hubo tiempo para que el pasto se enraíce”, explicó Carotenuto.
“En algunos sectores los panes se levantaban completos porque había quedado todo muy superficial. Pasó en otros estadios, pero aquí fue notorio”, continuó.
“De hecho, después del Mundial, lo primero que pidieron quienes se hicieron cargo del estadio fue hacer perforaciones en la base para que el pasto pueda enraizarse con mayor facilidad”, remató.
“El trabajo entre partido y partido fue una locura. La exigencia era grande. Pero también había mucha gente y muchos recursos para hacerlo. Por ejemplo, se habían traído secadores gigantes para trabajar sobre la cancha. Con muchos menos recursos y personal, hace poco tiempo tuvimos que hacerle frente a locuras parecidas cuando compartían el estadio Aldosivi, Alvarado y Unión”, finalizó Carotenuto.